Existe una ciudad que al oír su nombre nos evoca tiempos lejanos de aventuras y leyendas. Se trata de Samarcanda que tuvo gran importancia en la Ruta de la Seda y por la que pasaron culturas tan diferentes como la persa, la griega, la árabe, la mogol y la ruso soviética.
El legendario Tamerlán o Timur Lang hizo a Samarcanda capital de su enorme imperio,-que se extendía por los actuales Siria, Irak, Irán, Pakistán, Afganistán, Turkmenistán, Uzbekistán y parte de la India, Turquía y Rusia, y fue entonces, a finales del siglo XIV, cuando esta ciudad alcanzó un gran florecimiento.
Sus monumentales construcciones son un claro ejemplo de la grandeza de aquella época.
Pero la joya de Samarcanda es la Plaza de Reguistán, lugar magnífico por la grandiosidad de los tres monumentos que la conforman: Uluz-Bek, Shir-Dor y Tillia Kari.
Madraza de Uluz-Bek
Madraza de Shir-Dor
Madraza de Tillia-Kari
En la actualidad si geográficamente se quiere situar Samarcanda hemos de ir hasta Asia Central y allí en un país llamado Uzbekistán la hallaremos, aunque si queremos encontrarnos con la ciudad de historias y leyendas habremos de viajar por los caminos sin límites de la imaginación...
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